viernes, 22 de febrero de 2013

La Herejia de Jose Luis de Jesús Miranda


                                         La herejía de José Luis de Jesús Miranda.

A mi modo de ver y entender este "Señor" Es un simple instrumento de Satanás que ha dañado mucho al pueblo cristiano claro pero todo esto había sido profetizado por el Señor Jesucristo y el Apóstol Pablo y el mismo Apóstol Juan.



1. La herejía de José Luís es un asunto de autoridad
.
José Luís de Jesús Miranda ha decidido que la Escritura es autoritativa sólo en la medida en que a él le place, en las porciones que él elige. Decidió que sólo las escrituras de Pablo que él favorece representan el verdadero evangelio y que el resto son falsas. Para él sólo las doctrinas paulinas de la perfección y la justicia imputada al pecador son puras; la naturaleza pecaminosa del creyente y el conflicto contra el pecado son doctrinas corruptas y deben desecharse, aunque sea Pablo quien las enseñe. En otras palabras, decidió creer lo que se le antoja, se declaró autónomo y se estableció a sí mismo como su propia autoridad. En su mundo raro y bajo la autoridad de su “biblia,” todo tiene sentido, y los que aceptan su disparatada autoridad se sienten perfectos, bendecidos y libres. Para ellos todo es claro, lógico, bíblico y consistente. ¿Quién puede contradecir a semejante “autoridad bíblica” que ha demostrado que no hay pecado y que el Cristo de los evangelios no debe ser adorado?  Con razón, se proclama el anticristo y a pesar de sus incoherencias, sus seguidores le adoran fascinados con una admiración propia de la bestia bíblica:

…y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias” (Ap. 13.4-5).

2. La herejía de José Luís es cuestión de Megalomanía

(Megalomania: desorden mental caracterizado por delirios de grandeza y de poder y por la obsesión de hacer cosas extravagantes). Su propio hermano de sangre, que lo conoce muy bien, dijo a la televisión: “José Luís quiere atención, y para lograrla se atreve a decir lo que otros no dicen…” Y ciertamente, el hombre dice cosas extremas de una manera tal que enajena a sus seguidores y hace que lo adoren. Nada ni nadie puede detener su infatuación: ni su mujer que lo dejó, ni los individuos, matrimonios y familias que ha destruido, ni las amenazas que le hacen gastar miles de dólares en guardaespaldas, ni las miradas perplejas de los periodistas que lo oyen proclamarse dios frente a las cámaras. Con un delirio y una obstinación formidables, José Luís se proclama a si mismo redentor del cristianismo y del mundo entero. No le basta con ser Pablo, el papi de sus adeptos, ni Cristo—eso es poco para él—él es el anticristo, él es Dios y va a ser el presidente de las naciones, no se va a morir, no se puede equivocar y nadie sino sólo él tiene la verdad. La soberbia de Diotrefes era juego de niños ante su infatuación.

¿Es esto megalomanía o qué? ¡Cómo se parece al rey de Tiro, de quien el profeta se burla y a quien Dios sentencia por su locura!:

…dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios; he aquí que tú eres más sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto. Con tu sabiduría y con tu prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros. Con la grandeza de tu sabiduría en tus contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha enaltecido tu corazón… (Ezequiel 28.1-4).

3. La herejía de José Luís es cuestión de lucro, fornicación y poder

José Luís evoca de una manera vívida al astuto Balaam a quien la Biblia le dedica un espacio inusual—tres capítulos completos en Números 22-24, y repetidas referencias en el Antiguo y el Nuevo Testamento. Nosotros sabemos que Balaam fue alquilado por dinero, que se lanzó a la aventura de maldecir a Israel por lucro, y que enseñó a fornicar a los israelitas. Pero el relato de Números 22-24, no muestra esas cosas con claridad. Uno lee ese pasaje y siente tensión y zozobra ante la ambigüedad de este hombre, que parece fiel, pero que lanza malas vibraciones. Si no fuera por lo que se dice en pasajes como Num. 31.16 y Ap. 2.14 donde se nos informa que Balaam era un maestro de la fornicación y la idolatría, o Dt. 23.4 y Judas 11 que nos dicen que él estaba en este asunto por lucro, podríamos ser tentados a disculparlo. Y es que en el relato de números, aunque lo vemos siendo reprendido por una bestia y dejándose transportar lujosamente y ser agasajado por Balac, no lo vemos recibiendo dinero, ni cobrando por sus servicios; al contrario, lo vemos rechazando el pago que le ofrecían (Num. 22.18); lo vemos hablando la palabra de Dios con exactitud, porque no da profecías falsas sino que se comporta como si fuera un fiel pregonero de la verdad, repitiendo siete veces que él va a hablar sólo lo que Dios le diga que hable (Num. 22.8, 18, 38; 23.3, 12, 26; 24.13). Tampoco lo vemos fornicando ni hablando de sexo, aunque era un especialista en el tema (tenia mujeres a su disposición con las que sedujo a Israel y provocó la muerte de 24,000 de ellos (Num. 25.9; 31.15-16). ¡Vaya personaje tan ambiguo!

Sin embargo, sin que nadie de sus admiradores se diera cuenta, Balaam era un calculador astuto movido por motivos falsos y un corazón enloquecido por el poder, el sexo y el dinero. José Luís, es muy similar a Balaam, aunque no tan disimulador como él. El exhibe insolentemente sus relojes, sus carros y sus extravagancias; dejó a su mujer por otra, se rodea de gente que sin recato se divorcia, vive vidas promiscuas y se exhibe sensualmente—como las provocativas bailarinas de zamba que semi-desnudas amenizaban sus servicios en Brasil y las cantantes que se mueven seductoramente mientras le dedican canciones idolatras. Pero, ¿que se puede esperar de un hombre que predica que no hay pecado?

4. La Herejía de José Luís es Cuestión de Mercadeo

El mercadeo sagaz y bien calculado juega un papel vital en la herejía de José Luís. Por eso, en su mundo fantástico, los títulos son pomposos. El es doctor, aunque no terminó ni la escuela secundaria; su asistente es obispo de obispos; su promotor de mercadotecnia es empresario de empresarios, etc.… y por supuesto, más que doctor, él es la segunda venida de Cristo, y para que ningún periódico ni cadena de televisión atreva a ignorarlo, él también es el anticristo y se tatúa el 666, y es pastor de la iglesia de los anticristos, y le tapa la boca a los de la circuncisión de manera ruidosa y estrambótica con sus movimiento de protestas publicas. ¡Esto es mercadeo astuto! Y en esto también José Luís se parece a Balaam, un profeta tan cotizado que Balac, el rey de los moabitas, lo llamó para resolver a nivel espiritual su problema contra Israel cuando supo que su poderío militar no le iba a funcionar. Y Balaam no era cotizado por barato, ni por ordinario. El era un tipo sofisticado que conocía instintivamente como promocionarse a si mismo, como manejar a la gente, como aprovechar el ministerio profético y como manipular su teología. Balaam sabía cómo venderse y no se vendía barato. Es por eso que para José Luís no importa si
la publicidad es buena o es mala, lo importante es que hablen de su movimiento.
Cuidado con los falsos profetas porque el fin de ellos se acerca.... 
Jud 1:8  No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. 
Jud 1:10  Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. 
Jud 1:11  ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín,(H) y se lanzaron por lucro en el error de Balaam,(I) y perecieron en la contradicción de Coré.(J) 
Jud 1:12  Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; 
Jud 1:13  fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas. 



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